Había una vez dos amigos: uno era muy rico, pero malhumorado. Se llamaba Régulo. Agustín, el otro, era muy pobre y le gustaba cantar.
Un domingo en el mercado, Agustín se quedó mirando unos cerdos que quería comprar, y así se le hizo tarde. En lugar de volver a su casa, se quedó a dormir bajo un árbol.
Al amanecer, oyó cantar a los pájaros:
Lunes y martes
y miércoles tres,
lunes y martes
y miércoles tres.
Como a Agustín le gustaba cantar, contestó inmediatamente:
Jueves y viernes
y sábado seis,
jueves y viernes
y sábado seis.
Los pájaros se pusieron muy contentos y le regalaron a Agustín una bolsa con monedas de oro.
En el mercado, Agustín se encontró con Régulo, que se sorprendió mucho al ver que su amigo se compraba seis cerdos y dos vacas lecheras. Agustín le contó lo que había ocurrido, y Régulo salió corriendo hacia el árbol donde vivían los pájaros mágicos.
Los pájaros cantaron:
Lunes y martes
y miércoles tres,
jueves y viernes
y sábado seis.
-¡Y domingo siete!- concluyó Régulo.
Pero los pájaros no le encontraron ni rima ni gracia al verso. Y en lugar de regalarle oro, comenzaron a picotearle la ropa. Régulo tuvo que salir corriendo.
Ahora vive más furioso que nunca y en el pueblo lo llaman "Domingo siete".
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