lunes, 2 de noviembre de 2015

La Mariposa

martes, 13 de mayo de 2014


Un día, un hombre sentado al borde del camino bajo un árbol, observó
cómo la oruga de una crisálida de mariposa intentaba abrirse paso a
través de una pequeña abertura aparecida en el capullo. Estuvo largo
rato contemplando cómo se esforzaba hasta que, de repente, pareció
detenerse y que había llegado al límite de sus fuerzas: no
conseguiría ir más lejos. O así creía él.


El hommariposa.jpgbre decidió ayudar a la mariposa: agarró una tijera y ensanchó
el orificio del capullo. La mariposa, entonces, salió fácilmente.
Pero su cuerpo estaba blanquecino, era pequeño y tenía las alas
aplastadas. El hombre continuó observándola, porque esperaba que, en
cualquier momento, sus alas se abrirían y estirarían y el insecto se
echaría a volar. Nada ocurrió.

La mariposa vivió poco y murió. Nunca
voló, y las pocas horas que sobrevivió las pasó arrastrando
lastimosamente su cuerpo débil y sus alas encogidas.


Aquel caminante, con su gentileza y voluntad de ayudar, no comprendió
que el esfuerzo necesario para abrirse camino a través del capullo
era la manera que Dios había dispuesto para que la circulación de su
cuerpo llegara a las alas, y estuviera lista para volar una vez
hubiera salido al exterior.


Algunas veces, justamente es el esfuerzo lo que necesitamos en
nuestra vida.

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